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En la Ciudad de México hay una abrumadora cantidad de basura que se produce diariamente. Dentro de una sociedad con una disparidad tan grande entre los ricos y los pobres, se ve el viejo adagio, "la basura de un hombre es el tesoro de otro hombre", entran en efecto a diario. Para algunas personas, la basura es todo lo que pueden utilizar para seguir sobreviviendo para otro día, la recolección, catalogación y venta de basura se convierte en una forma de la industria. Mercados de basura se establecen en los rincones de la ciudad, para vender lo que antes era una mercancía quebrada para convertirse en la renta de alguien, una grandeza para el futuro. Este uso constante, reutilización, reciclaje, reacondicionamiento y eventualmente descarte, suena idílico pero sale de una necesidad para la eliminación de desechos públicos.
 

Cuando Cooper encontró esta forma de vida o subcultivo de basura, encontró la necesidad de explorar lo que significaban estas huellas de basura, cómo podía utilizar los materiales a su alrededor para hablar directamente sobre la sociedad mientras hablaba indirectamente del problema. Cuando Cooper encontró esta forma de vida o subcultivo de basura en contraste con lo que la basura en visto en la cultura canadiense, fue impulsado a explorar este contraste y lo que significaban estas huellas de basura.

Se dio cuenta de que cada pieza de basura tenía una historia que hablaba de las mismas personas con las que interactuaba diariamente. Lo que se llevó de esta investigación fue un cuerpo de trabajo que ganó terreno a través de la interacción con la basura. Al utilizar la pintura al óleo como un material histórico y subvertir lo que se cree que es precioso, Cooper nos permite ver la huella dejada por la basura como una cosa con su propia belleza inherente.

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